Pinturas Rupestres
 

El Arte Rupestre prehistórico de las sierras de Solana del Pino comprende un importante conjunto de arte esquemático compuesto por numerosos abrigos dispersos por las escarpadas laderas de las sierras del municipio.
La historia de su investigación se remonta a principios del s. XIX, cuando el investigador francés Henri Breuil localiza con ayuda de lugareños varios abrigos en la zona, que denomina Covatilla del Rabanero, Collado del Águila y Peñón Amarillo. Estas figuras, documentadas entre 1911 y 1912, fueron publicadas en 1929 dentro de Las Pinturas Rupestres Esquemáticas de la Península Ibérica. III Sierra Morena. Tras el vacío generalizado que durante la Guerra Civil y el periodo de la Dictadura se produjo en el ámbito del estudio del Arte Rupestre, nos tenemos que remontar a la década de los 80 para encontrar una nueva aportación en la materia, en esta ocasión de mano de A. Caballero Klink, quien, tratando de localizar los abrigos de Breuil, encuentra 15 nuevos abrigos en la zona. Este trabajo se publicaría en 1983 bajo el título de La pintura rupestre esquemática de la vertiente septentrional de Sierra Morena (provincia de Ciudad Real) y su contexto arqueológico.

Este estilo de pintura prehistórica se comprende dentro del arte abstracto, y existe desde el paleolítico hasta nuestros días, pues la abstracción es la forma más básica de la expresión artística a través de la pintura, un lenguaje gráfico incomprensible, cuyas figuras son recurridas a lo largo de la geografía, sobre todo del sur peninsular. Las pinturas prehistóricas del Valle de Alcudia y Sierra Madrona se adscriben en términos generales a un periodo situado entre el Neolítico final y la Edad del Bronce, incluyendo las distintas tendencias de distintos pintores en momentos diferentes, que componen un marco artístico recurrido por pueblos con una cultura desarrollada, como agricultores y ganaderos, ceramistas y tejedores, pero también cazadores y recolectores, que encuentran en abrigos poco profundos el lugar idóneo para manifestar sus inquietudes pictóricas.

Las pinturas son realizadas en su mayoría en color rojo, a partir de un pigmento elaborado con óxidos de hierro y ocres, y aglutinantes orgánicos que desconocemos al no haberse conservado restos, como pueden ser la miel, la grasa o el huevo. La pasta obtenida se aplicaba en la pared con medios instrumentales como tampones, ramillas escobilladas o incluso con el propio dedo de la mano. Gracias a la calidad de algunos paneles en la cuarcita, y la ventaja que presenta frente a la caliza, al no aparecer pátinas cálcicas, hacen que los abrigos de Solana del Pino y sus pueblos vecinos se conserven relativamente bien. También son de una gran relevancia sus grabados rupestres presentes en varias zonas del municipio, en especial los del cerro de Canitos. Este último cuenta con una veintena de paneles de grabados en la dura cuarcita de la zona, siendo de gran interés para los arqueólogos, pues en las cercanías posiblemente se encuentre un poblado megalítico.

El Arte Rupestre supone, a día de hoy, un recurso aprovechable a nivel educativo, turístico y de ocio, sirviendo de reclamo para las localidades azotadas por la despoblación, y que encuentra en la propia actividad turística y de ocio una protección sostenible gracias a la implicación de los vecinos.